domingo, 19 de junio de 2011

El increíble Michael Chabon

Los escritores suelen ser un coñazo. No conozco a demasiados en persona pero suelen tender a la insoportabilidad. Sobre todo los españoles. Bueno, también son bastante terribles casi todos a los que les dan el premio Nobel y que no conocía nadie en este puto mundo excepto algún ex-comisario político de Bucarest, Skopje o qué se yo.

A mí me suelen gustar más los escritores anglosajones y, en concreto, los estadounidenses. Me va la figura del escritor obrero, autodidacta (aunque sea licenciado ser autodidacta es una actitud) como Jack London, Stephen King, Alan Sillitoe... Me gusta el tipo de escritor minero que hace prospección de palabras, aquel que hace una labor de carpintería con el lenguaje hasta construir un sólido armazón de belleza y verdad, un artesano, en suma.


El último libro que he leído de un autor estadounidense ha sido Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, de Michael Chabon. Es una novela maravillosa y lo es por varias razones: una de ellas es que  demuestra que la literatura puede tratar temas "menores" de un modo elevado (en este caso el auge de la industria del cómic de superhéroes en unos Estados Unidos a las puertas de la Segunda Guerra Mundial) y hacer con ello una celebración del espíritu humano. Otra razón es que Chabon, inveterado lector de tebeos, nos enseña con esta novela a leerlos, a comprender cómo los cómics de superhéroes bebieron de otros géneros (el cine de Orson Welles, por ejemplo) que los hicieron evolucionar hasta convertirse en un artefacto que aúna poética, estética y una visión del mundo.

Michael Chabon es alguien con el que no solo me tomaría unas cañas sino que lo secuestraría para que se convirtiese en mi mejor amigo, lo adoptaría, le pagaría todas las vacaciones que me pidiese, etc. Chabon sabe que no existe género menor, que cualquier material es bueno para crear, para expresar y transmitir emociones, entre ellos y sobre todo el "despreciable" material de desecho con el que nacen los cómics, mucilaginosa arcilla como la que ayudó a los judíos del gueto de Praga a construir el Gólem que los defendería de su aciago destino.

Los cómics son arte, diga lo que diga Molina Foix, y el arte es un Gólem. Para Joe Kavalier, uno de los protagonistas de esta novela, la fabricación de un gólem es "la expresión del anhelo de que unas pocas palabras mágicas y cierta habilidad manual pudieran producir algo-un objeto basto, estúpido y poderoso-exento de las crueles restricciones, de las penurias, las brutalidades y los inevitables fracasos de la Creación del universo". El monstruo que nos salva, en definitiva.


Se me ha olvidado decir que Michael Chabon ganó el premio Pulitzer con esta novela hace once años. Además de escribir otras novelas y libros de cuentos colaboró en el guión de Spiderman-2, está escribiendo el guión de una versión de 20.000 leguas de viaje submarino que dirigirá David Fincher, acaba de escribir junto con su mujer el piloto de Hobgoblin, una serie para la HBO que va a dirigir Darren Aronofsky, es guapo, es simpático...



Con todo esto que les he dicho espero que corran como Flash a leerse la novela. Chabon es, sin duda, uno de los justos del poema de Borges. Él no lo sabe, pero está salvando el mundo. Como lo hace el arte. Como el Gólem.

1 comentario:

  1. EXCELENTE INFORMACIÒN.GRACIAS!!! UN DIBUJANTE DE COMICS. WWW.VINCENT-CASTRO.BLOGSPOT.COM

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